EL MÁGICO SECRETO DE LA TOMA DE DECISIONES

¿Quién no tiene de vez en cuando una decisión importante que tomar? ¿Quién no se ha visto en una encrucijada de la que está forzado a salir de alguna manera?

Un ejemplo de las decisiones que nos encontramos pueden ser: ¿Dejo a esta persona o sigo apostando por la relación? ¿Dejo mi trabajo o me quedo? ¿Castigo a mi hijo? ¿Me cambio de casa? ¿Hago este curso de desarrollo personal o este otro?

¿Cuánto tiempo nos pasamos en esta divagación entre las diferentes opciones que podemos elegir para mejorar nuestra vida?

Bueno, os voy a dar LOS DOS CONSEJOS ESENCIALES para tomar las mejores decisiones.

¿Estáis preparados? voy.

1. Lo más importante que tienes que entender al tomar una decisión “importante”, es que la decisión no es “importante”.
Tu bienestar no depende de las decisiones que tomes, sino de lo presente que estés y en el presente vas a estar eternamente. Por lo tanto relájate.
Si una decisión parece de vida o muerte, antes de decidir, párate. Observa el malentendido, a ver si puedes aprender algo de porqué estás tan seguro que tu vida va a ser mucho mejor después de una decisión y no de la otra. Observa todo el estrés mental generado por tus proyecciones en este momento.
Mira la certeza que tienes en predecir tu vida después de la decisión. Igual deberías de dedicarte a la videncia…
Si eres capaz de ver que hay miles de personas que vivirían mas felices con una decisión y otras miles con la otra, ya has aprendido algo.

2. Ya te has relajado, genial. Ahora mira el rango de decisiones que estás evaluando, ya pueden ser 2, 3, 4 o 17. Observa el laberinto de posibilidades. Ahora vamos a dar una voltereta, estate atento.
Vamos a tomar la decisión que no está en ese rango, la que está en medio de todas, la que no tienes en cuenta. ¿La ves?
Vamos a tomar la decisión que no puedes proyectar, la que no te puedes imaginar. La que no existe.
La no-decisión, la decisión invisible.

¿Te ha explotado el cerebro ya?
Maravilloso. Esta decisión es la la decisión de tu cuerpo, la decisión espontánea del presente. La que se toma sin el peso de tu evaluación, sino por el sentir de la sabiduría del presente.

Una vez que has salido de la maraña de posibilidades y proyecciones que no te dejan escuchar tu corazón (el cual tenía claro desde hace tiempo ya lo que tienes que hacer), encuentras la evidencia del camino a seguir.
Y esta evidencia durará una fracción de segundo, antes de que la vuelvas a ocultar con tus miedos y tu moral.

Y antes de que te alegres por descubrir por fín el método infalible de la toma de decisiones, déjame terminar de sacarte de tu hábito de recolectar conclusiones.
Nada de los que acabo de escribir es verdad, pues la verdad, es solo esa fracción de segundo en la que no había “verdades”.

Por supuesto que hay decisiones que tienen que ser sopesadas cuidadosamente, que influyen a terceras personas y que tienen un impacto importante en la vida y en el mundo.
Ahí lo dejo.

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