Otra de las múltiples huellas o pistas que ha situado la Consciencia en nuestra experiencia objetiva es la imposibilidad de ver nuestra cabeza, nuestro rostro directamente, sin un intermediario externo, tal y como puede ser el reflejo en un cristal o espejo, un selfie o fotografía tomada por otra persona o la descripción que algún otro hiciera de nuestro rostro. Esto podemos comprobarlo por nosotros mismos. Nos hacemos con una hoja de papel en blanco, un lapicero o bolígrafo y nos dibujamos desde el punto de vista del observador, de nosotros mismos. No tenemos que ser un Goya o un Velázquez sino simplemente dibujarnos lo mejor que podamos desde el punto de observación de la Primera Persona y nos saldrá un dibujo parecido al que he realizado yo y que se adjunta en este texto. Como solemos decir en el Tantra Shivaita Aplicado, se trata de un Yutki o un ejercicio que nos trae de vuelta instantáneamente a la Consciencia ilimitada e infinita que somos en realidad. La Consciencia, como experiencia no objetiva, la que percibe o es consciente, se halla en la zona del dibujo que está entre nuestros hombros, en la parte superior del pecho, en la parte vacía del semicírculo, delimitado por las líneas discontinuas, mientras que el mundo objetivo, lo percibido, de lo que somos conscientes, se encuentra al otro lado de las líneas discontinuas, donde vemos el cuerpo, la mesa, el papel y el bolígrafo. Las líneas discontinuas aluden a lo ilimitado e infinito de la Consciencia. La experiencia objetiva, de los objetos, es cambiante mientras que la experiencia no objetiva que tenemos de la Consciencia no cambia, es inmutable. Los objetos están sujetos al tiempo cronológico por lo que están expuestos al envejecimiento y a su deterioro, no obstante, la Consciencia se halla fuera del tiempo por lo que no puede envejecer ni deteriorarse en modo alguno. Cuando la Consciencia vibra en sí misma, la manifestación es creada como el mundo objetivo tal y como es visto, tal y como es conocido. Cuando la Consciencia deja de vibrar, el mundo objetivo se repliega en sí misma. La experiencia objetiva de la mente, el cuerpo y el mundo no está separada de la Consciencia sino que son Consciencia, puesto que no podríamos experimentar nada de lo que no fuéramos conscientes, ningún tipo de experiencia si no estuviera la Consciencia presente.
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